Una investigación reveló que las heces de pingüino en la Antártida desempeñan un papel crucial en la formación de nubes, según un estudio liderado por Matthew Boyer. Los excrementos de estos pájaros marinos, ricos en nitrógeno, se descomponen en amoníaco, que al combinarse con compuestos de azufre del fitoplancton, facilita la condensación de nubes. Este fenómeno queda demostrado en la isla Seymour, donde se registran altas concentraciones de amoníaco cuando el viento sopla desde colonias de 60,000 pingüinos. Las nubes reflejan la luz solar, ayudando a mantener el frío sobre el hielo antártico, pero su alteración podría acelerar el deshielo. La disminución de poblaciones de pingüinos y el calentamiento global amenazan este equilibrio, lo que podría tener serias implicaciones climáticas.
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