Las fronteras, testigos de complejas tramas históricas y políticas, presentan casos peculiares que van desde disputas diplomáticas hasta vacíos legales. Un ejemplo es la Isla Hans, dividida equitativamente entre Canadá y Dinamarca en 2022 tras décadas de la inofensiva «Guerra del Whisky». Zahara en el Cáucaso, Abjasia y Osetia del Sur operan como estados de facto pro-Rusia sin reconocimiento global, al igual que Somalilandia en África, que ostenta una relativa estabilidad a pesar de su falta de reconocimiento. En Europa, Liberland intenta surgir como un experimento libertario en tierras no reclamadas de Croacia y Serbia, mientras el Parque Nacional de Yellowstone en EE.UU. presenta un inusual vacío legal por su inexistente población residente, imposibilitando juicios con jurado local. Estos fragmentos geográficos subrayan cómo las fronteras son mucho más que líneas en un mapa; son narrativas vivientes de la política y la historia mundial.
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