La monarquía británica se encuentra en el centro de una creciente controversia debido a las críticas sobre sus elevados gastos, percibidos por un sector significativo de la ciudadanía como alejados de la realidad económica actual. En un contexto de presión financiera para muchas familias en el Reino Unido, los desembolsos asociados a la Corona han sido cuestionados por su magnitud y pertinencia, generando un debate sobre la relevancia y el papel de esta institución en el siglo XXI. Los detractores demandan mayor transparencia y ajustes que reflejen la austeridad que enfrenta gran parte de la población.
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