El Espanyol activó los aspersores de su estadio, Cornellá-El Prat, para interrumpir la celebración del Barcelona tras ganar la Liga, emulando un incidente similar de 2010 con el Inter de Mourinho. Aunque la estrategia del agua y un conato de pelea no detuvieron del todo a los campeones, fue Hansi Flick quien logró persuadir a gritos y empujones a los jugadores del Barça para continuar la celebración en los vestuarios. La medida buscaba evitar altercados como el de hace dos años, cuando los ultras del Espanyol invadieron el campo tras una celebración similar del equipo culé.
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