El metano (CH₄), el segundo gas de efecto invernadero más importante después del dióxido de carbono (CO₂), ha visto un preocupante aumento en sus emisiones, vinculadas mayormente a actividades humanas. A pesar de su menor concentración comparativa, su potencial de calentamiento por molécula es hasta 80 veces superior al del CO₂. El último informe del Global Carbon Project revela que la concentración de metano es 2,6 veces mayor que en la era preindustrial, alcanzando niveles récord en los últimos cinco años. Las principales fuentes de emisión son la ganadería, la industria de combustibles fósiles y la gestión de vertederos. Además, fenómenos naturales como La Niña y el deshielo del permafrost han contribuido al aumento de las emisiones. Los científicos advierten que, para mitigar el cambio climático a corto plazo, es crucial reducir las emisiones de metano, dadas sus características y el rápido impacto potencial en el clima. Soluciones propuestas incluyen reducir fugas en instalaciones energéticas, mejorar la gestión agrícola y de residuos, y usar aditivos en la alimentación del ganado.
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