Durante años, el diseño de oficinas diáfanas fue promovido como la solución ideal para fomentar la colaboración, dinamismo y eliminar barreras entre los empleados. Sin embargo, en la práctica, muchas empresas han descubierto un efecto secundario que pocos habían anticipado: la pérdida de concentración. Hoy en día, las conversaciones cercanas, las videollamadas sin auriculares y el tráfico constante de personas han demostrado ser obstáculos significativos para el trabajo profundo. Ante este desafío, las mamparas de oficina están resurgiendo con fuerza no como un regreso al pasado, sino como una evolución lógica para equilibrar la comunicación con el rendimiento.
El problema del ruido en las oficinas modernas se ha convertido en un enemigo silencioso. Cuando se pregunta a los equipos qué interrumpe más su día, la respuesta es, con frecuencia, el ruido, especialmente el generado por voces humanas, ya que el cerebro intenta procesar las conversaciones aunque no quiera. Esto resulta en un flujo constante de microdistracciones que, con el tiempo, reducen el rendimiento, aumentan el estrés y prolongan el tiempo necesario para completar tareas.
La forma de trabajar también ha evolucionado. Actividades diversas como reuniones rápidas, llamadas con clientes, trabajos creativos y tareas operativas conviven en la misma sala. Esto puede funcionar si el espacio está diseñado para manejar las diferentes necesidades auditivas. Si no lo está, se genera un caos en silencio: empleados aislados con auriculares y un descenso en la productividad sin una causa aparente.
Las mamparas de oficina ofrecen una solución al actuar como barreras físicas y acústicas, reduciendo la propagación del sonido y creando oasis de calma. En oficinas con problemas de reverberación, como suelos duros y techos altos, la mejora es incluso más notable.
La clave está en entender que las mamparas no son simplemente separadores de espacios, sino una solución intermedia entre oficinas completamente abiertas y cerradas. Sus beneficios incluyen la creación de zonas de concentración, la separación de áreas de circulación, la generación de espacios rápidos para reuniones informales y la posibilidad de reconfigurar el espacio según las necesidades del momento.
Sin embargo, el enfoque no debe centrarse únicamente en la estética. La planificación es crucial: identificar objetivos, necesidades por departamento y tareas específicas para que la inversión en mamparas se traduzca en resultados tangibles.
Un aspecto fundamental también es el bienestar en el ambiente laboral. La combinación de luz, privacidad y una sensación de amplitud son esenciales para el confort de los empleados. Las mamparas de cristal, por ejemplo, permiten dividir espacios sin sacrificar la luz natural. Además, brindan privacidad en momentos críticos sin aislar por completo a los empleados, lo que mejora la convivencia en equipos grandes.
Cabe destacar que el confort no depende solo de mamparas. Una oficina con problemas de ruido seguirá siendo ruidosa si no se abordan otros factores adicionales, como los techos especiales que absorben sonido y materiales suaves que reducen la reverberación.
La discusión no debería centrarse en elegir entre un espacio abierto o cerrado, sino en preguntarse: ¿qué necesita el equipo para trabajar mejor? Las mamparas, bien integradas, proporcionan una manera efectiva de mejorar el ambiente de trabajo sin realizar cambios drásticos en la estructura del espacio.








