El mercado global de sensores atraviesa un momento de expansión acelerada, impulsado por la creciente demanda de tecnología avanzada en diversos sectores como la movilidad, el Internet de las Cosas (IoT), la sanidad y la inteligencia artificial. Un estudio reciente de IDTechEx prevé que este mercado alcanzará un valor impresionante de 253.000 millones de dólares para el año 2035, gracias a innovadoras tecnologías emergentes que incluyen fotónica, detección cuántica, computación periférica y otras disciplinas vanguardistas.
Actualmente, los sensores se encuentran en prácticamente todos los dispositivos electrónicos fundamentales para el funcionamiento diario, desde smartphones hasta automóviles y equipos médicos. Estos dispositivos convierten señales físicas en datos procesables, esenciales para aplicaciones en áreas tan diversas como las comunicaciones, el transporte, la industria, la sanidad, la energía y la agricultura. Aunque su costo representa solamente una fracción del precio total de los productos tecnológicos, los sensores constituyen un mercado de gran valor y potencial de crecimiento.
Para el año 2025, se estima que los sensores semiconductores y ópticos seguirán siendo los líderes del mercado. A medida que la tecnología se desarrolla y las aplicaciones se diversifican, surgirán numerosas oportunidades en áreas como la detección de bordes y el IoT.
La transformación de la industria automotriz es un área notablemente influenciada por los avances en la tecnología de sensores. Con el auge de la electrificación y la automatización, los vehículos del futuro requerirán sofisticados sistemas de monitoreo para componentes como las baterías y sistemas de control. Elementos como LiDAR, cámaras y radares son fundamentales en el desarrollo de vehículos autónomos, mejorando la seguridad y ofreciendo experiencias de conducción personalizadas e innovadoras.
El mercado de dispositivos vestibles continúa en plena evolución más allá de los relojes inteligentes y rastreadores de actividad física. La última década ha visto cómo los monitores de glucosa continua revolucionaron el manejo de enfermedades crónicas como la diabetes. Actualmente, los sensores vestibles abarcan desde sensores de movimiento hasta químicos, encontrando aplicaciones en la salud, el deporte y la realidad aumentada.
El IoT persiste como uno de los ámbitos de mayor expansión para la tecnología sensorial, pese a una adopción más lenta de lo previsto. La implementación de redes de sensores en la industria y el medioambiente promete notables beneficios. En el terreno industrial, por ejemplo, los sensores son empleados para monitorear el estado de maquinaria. Mientras que, en el ámbito medioambiental, sensores de gas ayudan a evaluar la calidad del aire, la cual es cada vez más relevante debido a las regulaciones más estrictas en salud pública y control ambiental.
La fusión de la inteligencia artificial y la computación periférica está dinamizando aún más el campo de los sensores. Los sensores de borde, concebidos para procesar datos en el propio dispositivo, permiten tomar decisiones en tiempo real sin necesidad de recurrir a la nube, resultando especialmente útiles en contextos de edificios inteligentes, dispositivos médicos y entornos industriales.
En cuanto al hardware, innovaciones en materiales están posibilitando el desarrollo de sensores más flexibles y económicos. Los sensores impresos y flexibles, por ejemplo, fabricados con materiales como el carbono están abriendo nuevas aplicaciones, incluyendo grandes superficies. Además, se vislumbran avances en el uso de puntos cuánticos en sensores infrarrojos, con el objetivo de reducir costos, particularmente en el sector automotriz.
Según el informe de IDTechEx titulado “Mercado de Sensores 2025-2035: Tecnologías, Tendencias, Actores, Previsiones”, el crecimiento del mercado de sensores está asegurado en la próxima década, impulsado por avances tecnológicos y una mayor adopción en los ámbitos industrial, de consumo y medioambiental. En esta era de transformación digital, los sensores juegan un papel crucial en la mejora de la eficiencia, la seguridad y la calidad de vida, cimentándose como uno de los pilares fundamentales de la innovación tecnológica futura.
