En su primera aparición, el papa León XIV se presentó como un agustino, destacando su compromiso con el legado comunitario de San Agustín, filósofo influyente del cristianismo. Enfatizó la importancia de marchar unidos hacia el destino preparado por Dios, reflejando el espíritu colaborativo de su orden. Robert Francis Prevost, con una notable trayectoria como misionero en Perú, se distingue como el primer pontífice agustino en la historia, subrayando un enfoque hacia una Iglesia más universal.
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