El gobierno obradorista se caracteriza por atribuir los problemas actuales a gobiernos pasados, mientras se presenta como un agente de cambio positivo. Sin embargo, este enfoque impide a las autoridades actuales reconocer y enfrentar los problemas que se están desarrollando bajo su mandato, lo que podría comprometer el futuro del país. La negativa a asumir responsabilidades permite que la impunidad crezca, posibilitando alianzas criminales y el lavado de dinero. Esta situación refleja un patrón histórico donde las autoridades, atrapadas en sus propios intereses, son incapaces de corregir sus acciones. Para avanzar, el régimen necesita enfocarse en el presente y el futuro, identificando y abordando las causas que contribuyen a los problemas actuales.
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