En Bruselas, la creciente cercanía del presidente de España con China ha suscitado inquietud entre varios de sus socios europeos. Esta relación estrecha es vista con precaución por algunos miembros de la Unión Europea, que temen posibles repercusiones en la unidad y las políticas comunes del bloque. La diplomacia española parece estar en una encrucijada, intentando equilibrar intereses nacionales y compromisos supranacionales en un contexto internacional cada vez más complejo y competitivo, donde las alianzas juegan un papel clave.
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