Elbridge Colby, exnombrado por la administración de Donald Trump como Subsecretario de Defensa de los Estados Unidos, ha planteado una polémica estrategia militar en caso de que China decida invadir Taiwán. Colby ha sugerido la destrucción intencionada de las fábricas de la mayor productora de semiconductores del mundo, Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), para prevenir que sus avanzadas instalaciones caigan en manos del gigante asiático. En un comentario reciente publicado en redes sociales, Colby calificó de «locura» permitir que estas infraestructuras queden intactas ante una potencial invasión, subrayando el riesgo que ello implicaría para la seguridad de Estados Unidos y sus aliados globales.
TSMC es responsable de la producción del 92% de los semiconductores más avanzados utilizados por Estados Unidos, un dato que fue destacado por Gina Raimondo, Secretaria de Comercio de EE.UU., a principios de este año. La importancia estratégica de la empresa para la economía y seguridad de Estados Unidos es incuestionable, lo que impulsa a algunos analistas a proponer políticas de «tierra quemada» en Taiwán. Esta estrategia busca destruir infraestructuras críticas para desincentivar una invasión y ya fue recogida en un informe del Colegio de Guerra del Ejército de EE.UU. en 2021.
Colby defiende que la decisión de demoler las fábricas de TSMC no debería ser competencia exclusiva de Taiwán, dado el impacto de la cadena de suministro global de semiconductores. Su postura también sugiere que Taiwán debería asumir una mayor responsabilidad en su defensa, contemplando incluso la imposición de sanciones para incentivar mayores inversiones en su seguridad.
La Ley CHIPS, introducida en 2022, pretende disminuir la dependencia estadounidense de los semiconductores taiwaneses. A pesar de los recursos asignados para construir fábricas en suelo estadounidense, Colby ha manifestado reservas sobre la rapidez y efectividad de estas medidas frente a los riesgos estratégicos inmediatos. En un análisis publicado por The Marathon Initiative en 2022, critico los aranceles a empresas taiwanesas, sugiriendo que estas políticas podrían elevar costos y generar resistencias sin alcanzar autosuficiencia a corto plazo.
El escenario geopolítico sigue tenso, con China incrementando su presión militar sobre Taiwán, a la que considera una provincia rebelde. Este contexto ha fortalecido el apoyo de Washington a Taipéi mediante alianzas y acuerdos estratégicos. En medio de estas tensiones, TSMC continúa siendo un actor clave en la economía global y la seguridad tecnológica. La construcción de una planta de TSMC en Arizona, respaldada con fondos de la Ley CHIPS, apunta a diversificar las cadenas de suministro, aunque pasarán años antes de que esta dependencia de Taiwán se vea significativamente reducida.
La propuesta de Colby de destruir las fábricas de TSMC ante una invasión china pone de relieve la enormidad de la dependencia global en los semiconductores taiwaneses. Aunque sus ideas han sido objeto de controversia, reflejan una preocupación tangible por las consecuencias económicas y de seguridad que implicaría perder el acceso a uno de los mayores recursos tecnológicos del mundo. Con la escalada de tensiones, el destino de Taiwán y su industria tecnológica permanece en el centro de la estrategia de defensa estadounidense.