En el bosque de Hürtgen, las cicatrices de una de las batallas más prolongadas y sangrientas de la Segunda Guerra Mundial permanecen visibles ochenta años después. Este enclave alemán, testigo de feroces enfrentamientos entre las fuerzas de Hitler y los aliados, aún alberga vestigios de refugios fortificados y trincheras. Volker Lossner, capitán retirado del ejército alemán, guía hoy a los visitantes por estos senderos de historia, recordando a los miles de soldados que sucumbieron allí entre 1944 y 1945. El terreno, convertido en un temido fortín germano, sirvió de escenario donde la naturaleza y la ingeniosa defensa alemana entorpecieron el avance aliado, dejando un legado que ahora atrae a los descendientes de los combatientes caídos, comprometidos con preservar la memoria de sus abuelos.
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