En el contexto actual de la inteligencia artificial, surgen interrogantes sobre la posibilidad de que sistemas avanzados adquieran características similares a la consciencia humana. Aunque aún no somos capaces de comprender completamente cómo el cerebro genera consciencia, algunos expertos especulan que sistemas artificiales complejos podrían desarrollarla espontáneamente. Las diferencias entre emociones y sentimientos humanos complican su implementación en IA, destacando que, aunque se podrían replicar cambios físicos inconscientes, aún estamos lejos de lograr que estos generen sentimientos humanos. Esta perspectiva genera debates éticos y prácticos significativos sobre el futuro de la IA y su interacción con la sociedad.
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