El boicot promovido por Donald Trump ha tenido un efecto contrario al buscado, fortaleciendo la posición de los países productores de petróleo como Arabia Saudí y Rusia frente a los esfuerzos de la Unión Europea por avanzar en su agenda energética. Esta dinámica ha generado un nuevo equilibrio de poder en el sector energético internacional, poniendo en evidencia las complejidades de las políticas energéticas globales y su impacto geopolítico. Los productores han encontrado en este contexto una oportunidad para aumentar su influencia mientras la UE busca alternativas para reducir su dependencia de los combustibles fósiles.
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