Durante el viaje de Estado de los Reyes de España a Egipto, marcado por encuentros de alto nivel y suntuosos banquetes, se ha puesto de manifiesto la discordancia entre la pompa oficial y la cruda realidad del país. A pesar de la recepción protocolaria encabezada por el presidente Abdelfatah al Sisi, Egipto enfrenta serias inquietudes por la represión de libertades. El régimen ha intensificado las detenciones arbitrarias de periodistas y activistas, haciendo de las redes sociales trampas potenciales para los críticos. La sombra de las desapariciones forzadas y la tortura persiste, mientras que crisis económicas y proyectos faraónicos agravan la precariedad de los sectores más vulnerables. Casos emblemáticos como el de Alaa Abd el Fattah, encarcelado por activismo pacífico, simbolizan el deterioro de los derechos humanos. A pesar de las recomendaciones internacionales, la impunidad y la violación de derechos continúan impunes bajo el régimen de Al Sisi.
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