En la actualidad, los asistentes de inteligencia artificial se han convertido en herramientas cotidianas, pero no todos operan de la misma manera. Dos de las principales tecnologías detrás de estos sistemas son GPT y RAG, cada una con características y usos distintos.
Para visualizar estas herramientas, imaginemos dos tipos de ayudantes digitales. El primero posee una vasta memoria pero carece de la capacidad para absorber información nueva posterior a su entrenamiento. El segundo, en cambio, no retiene todo lo que aprende, sino que busca información actualizada cada vez que se le consulta.
El asistente basado en GPT (Generative Pre-trained Transformer) es como un erudito que ha estudiado exhaustivamente hasta un momento específico, pero no tiene la capacidad de aprender de nuevas fuentes en tiempo real. Un ejemplo son herramientas como ChatGPT, que funcionan con información almacenada previamente y no acceden a internet o bases de datos externas a menos que se les conecte a estas. Aunque no es eficaz para información reciente, ofrece grandes habilidades para generar textos, explicar conceptos y mantener conversaciones fluidas.
Por su parte, la tecnología RAG (Retrieval-Augmented Generation) opera como un investigador digital que busca respuestas en el momento. Cada vez que recibe una consulta, accede a sus documentos o bases de datos, recupera la información más relevante y, a partir de ella, genera una respuesta específica. Es especialmente útil para acceder a contratos, leyes, políticas empresariales o documentación técnica en tiempo real.
Elegir entre GPT y RAG dependerá del uso que se les quiera dar. GPT es la opción ideal para obtener ideas creativas, redactar correos o resúmenes, y entablar conversaciones informales. En cambio, RAG es más adecuado para consultas legales, bases de datos empresariales o información que requiera ser precisa y actualizada.
La combinación de ambas tecnologías ofrece un enfoque dual que aprovecha lo mejor de cada una. Cada vez más empresas y profesionales optan por esta estrategia, utilizando GPT para obtener visiones generales y RAG para detalles precisos y contemporáneos.
En conclusión, no existe una inteligencia artificial perfecta para todas las situaciones. La clave está en saber cuál herramienta utilizar según el contexto. GPT es ideal para pensar, escribir o conversar, mientras que RAG es indispensable para consultas técnicas o documentales. En definitiva, lo importante es saber buscar y responder correctamente.