Con la llegada del verano y las altas temperaturas, el agua se consolida como la bebida insustituible para combatir la deshidratación, especialmente en personas mayores de 65 años, según expertos del Hospital Clínico de Barcelona. En esta etapa de la vida, la percepción de la sed disminuye, aumentando el riesgo de deshidratación que puede provocar problemas de salud como fatiga y caídas. Se recomienda un consumo diario de al menos 1,5 litros de agua, que puede incrementarse según el clima y la actividad física. El agua no solo regula la temperatura corporal y transporta nutrientes, sino que también elimina toxinas y protege las articulaciones. Aunque el agua debe ser la principal fuente de hidratación, frutas y verduras ricas en líquido y bebidas con electrolitos pueden complementar su ingesta, evitando el alcohol y la cafeína que favorecen la pérdida de líquidos. Mantenerse en lugares frescos y usar recordatorios puede ayudar a asegurar una hidratación continua.
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