En Siria, se desataron enfrentamientos entre fuerzas de seguridad del nuevo gobierno y seguidores del exmandatario Bachar al Asad, dejando varios muertos. Ante la crisis, se reforzó la seguridad en diversas regiones, incluyendo Damasco, e impusieron un toque de queda. Las tensiones se intensificaron tras la circulación de un vídeo del incendio de un santuario religioso, desencadenando protestas, principalmente de la comunidad chií alauí. En Tartus, al menos seis personas murieron en choques entre efectivos del Mando de Operaciones Militares y grupos locales que resistían registros domiciliarios, y en Al Kardaha se neutralizó un grupo armado. Las autoridades insisten en su compromiso de imponer orden frente a los remanentes del régimen depuesto.
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