Ibrahim Kamara, un joven de Sierra Leona, denunció la violencia sufrida en Mauritania mientras intentaba llegar a Europa, revelando el brutal trato a los migrantes documentado por Human Rights Watch (HRW). Un informe de HRW expone abusos como golpes, hambre y expulsiones masivas, dirigidos principalmente a personas negras, en el contexto del control migratorio mauritano. En 2025, más de 28,000 personas fueron forzadas a cruzar las fronteras con Malí y Senegal, sin recursos, en un esfuerzo por cumplir con las presiones migratorias europeas. A pesar de que Mauritania niega las acusaciones, HRW documenta detenciones ilegales, maltrato a menores y un patrón de extorsiones y agresiones. La investigación destaca la implicación de la Unión Europea y España, que financian operaciones en Mauritania sin asegurar el respeto a los derechos humanos, en un intento por frenar los flujos migratorios hacia Europa.
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