La química verde, o química sostenible, emerge como una solución innovadora frente a los problemas ecológicos de la industria, enfocándose en reducir o eliminar el uso de sustancias nocivas sin sacrificar eficiencia. Este enfoque se basa en 12 principios, destacando la prevención y la economía atómica, que busca maximizar el uso de materiales y reducir el desperdicio. Prioriza materias primas renovables y solventes seguros como el agua, optimizando la eficiencia energética mediante catalizadores. Aplicaciones como el tratamiento de aguas y la gestión de residuos ilustran su impacto práctico, aunque enfrenta desafíos como la inversión inicial y la escalabilidad. La colaboración entre industrias, gobiernos y centros de investigación es crucial para su avance, integrando la química verde dentro de modelos económicos más sostenibles y competitivos para el futuro.
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