Donald Trump se ha erigido inesperadamente como un posible mediador en el conflicto entre Rusia y Ucrania, proponiendo iniciar negociaciones de paz directas con Vladimir Putin, una iniciativa que ha dejado a la Unión Europea sorprendida y sin mucho margen de maniobra dado su apoyo constante a Kiev durante tres años. La reacción europea ha sido cautelosa pero firme: cualquier decisión debe incluir la participación de Ucrania y Europa. Mientras Trump considera reunirse con Putin en Arabia Saudita, la UE mantiene su compromiso con una «paz justa y duradera» y no cierra completamente la puerta a la adhesión de Ucrania a la OTAN, aunque es consciente de las dificultades inherentes a ese proceso. Por su parte, Zelenski ha acogido con cautela la intervención de Trump, quien sugiere que Ucrania podría tener que hacer concesiones territoriales, una postura que contrasta con el respaldo europeo pero que resalta la dependencia de Ucrania en el apoyo estadounidense. Washington, sin embargo, ha expresado que la seguridad de Ucrania depende de Europa, mientras marca distancia del proceso de adhesión a la OTAN y recalca sus propias prioridades estratégicas.
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