La tensión en Oriente Próximo se ha intensificado tras un ataque israelí a dirigentes de Hamás en Doha, un golpe que no logró descabezar la cúpula de la organización islamista. Este movimiento ha generado preocupación en las capitales occidentales y árabes, complicando las negociaciones para liberar rehenes, una cuestión que socava la posición del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Al mismo tiempo, el Consejo de Seguridad de la ONU y la Comisión Europea han manifestado críticas hacia Israel, con Europa contemplando sanciones. Mientras tanto, Hamás mantiene su exigencia de alto el fuego y otras condiciones, y el panorama político israelí se ve marcado por la incertidumbre y el riesgo de aislamiento internacional.
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