Investigadores de la Universidad de Málaga (UMA) y del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (IHSM-UMA-CSIC) han dado un importante paso en la agricultura sostenible al confirmar que un consorcio de bacterias puede ayudar a las plantas de tomate a resistir el aumento de temperatura. Este descubrimiento no solo mejora el vigor de los frutos sino que también incrementa el porcentaje de germinación de las semillas.
Las bacterias empleadas en el estudio suelen formar comunidades conocidas como ‘biofilms’, estructuras que les permiten interactuar y fortalecerse mutuamente. Estas comunidades bacterianas son capaces de compartir nutrientes, multiplicarse, y proporcionar defensas comunes ante amenazas externas. Esta capacidad les otorga resistencia, incluso a los antibióticos.
El proyecto ha sido financiado por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, como parte de esfuerzos por encontrar nuevos agentes de control biológico contra enfermedades en cultivos como el aguacate.
La formación de biopelículas de microorganismos puede ser beneficiosa o perjudicial dependiendo de su relación con el huésped. En el ámbito de la horticultura, la formación de vínculos simbióticos con las plantas puede ofrecer protección contra estreses abióticos como el calor y la sequía, así como contra patógenos.
En el estudio, tres cepas bacterianas mostraron ser eficaces en la protección de tomates y aguacates contra patógenos y otros estreses, como el calor, sequía y salinidad. Los resultados han sido publicados en la revista Microbiological Research, donde se sugiere que este cóctel de bacterias podría mejorar las condiciones de cultivo.
Una imagen asociada al estudio muestra la diferencia en el crecimiento entre una semilla de tomate sin tratamiento y otra con el consorcio bacteriano, evidenciando el incremento en vigor y germinación proporcionado por las bacterias.
Los consorcios bacterianos o ‘SinComs’ son grupos de bacterias compatibles que imitan las interacciones microbianas naturales y permiten estudiar las dinámicas cooperativas de las bacterias en el suelo y las raíces de las plantas. Según Francisco Manuel Cazorla, investigador de la UMA y autor del artículo, estas comunidades sintéticas son esenciales para comprender y mejorar la resistencia de las plantas a condiciones adversas.
La investigación ha sido transferida a una cooperativa de agricultores para su aplicación práctica en el campo, demostrando su compromiso con la sostenibilidad agrícola. En el futuro, se planea replicar este estudio en otros sistemas de cultivo para evaluar su eficacia más ampliamente.
Fuente: Junta de Andalucía.