España enfrenta un debate diplomático y ético significativo al decidir abstenerse de firmar acuerdos de defensa con empresas israelíes en el futuro. Esta postura responde a preocupaciones sobre las acciones militares y políticas de Israel, especialmente en el contexto del conflicto con Palestina. La decisión ha generado críticas y divisiones en el ámbito político y empresarial, con argumentos que señalan las posibles implicaciones para la cooperación en tecnología militar y seguridad, sectores donde Israel es un líder reconocido. La medida también refleja una postura de España en favor de una política exterior más alineada con el respeto a los derechos humanos y el derecho internacional, aunque enfrenta el desafío de equilibrar estos principios con intereses estratégicos y económicos.
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