En Tel Aviv, los bañistas disfrutan del Mediterráneo en contraste con la tragedia en la Franja de Gaza, donde sus habitantes, tras meses de bombardeos, enfrentan restricciones que les prohíben acceder al mar, única salida de alivio en medio de ruinas y desplazamientos masivos. Con el 90% de la población desplazada y una crisis de agua potable, el veto complica aún más la vida en Gaza, donde la infraestructura está devastada. La ONU advierte de una emergencia de salud pública debido a la falta de agua potable y el aumento de enfermedades, mientras las negociaciones de un alto el fuego ofrecen un rayo de esperanza.
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