En un escenario preocupante, los despachos de Amán, capital jordana, se alarman frente al plan del expresidente estadounidense Donald Trump para desocupar la Franja de Gaza, condenando a su población al desplazamiento forzoso, y cerrar el flujo de ayuda económica a Jordania. En respuesta, líderes árabes, incluidos Egipto y Arabia Saudí, se reúnen para esbozar un plan alternativo que persuada a Trump de esta iniciativa, la cual consideran una «limpieza étnica». La propuesta, aún no oficial, contemplaría una inversión regional de hasta 20.000 millones de dólares para reconstruir Gaza sin desplazar a su gente. Sin embargo, se teme que este ambicioso proyecto sea difícil de aceptar para Hamás y la resistencia palestina, debido a condiciones como el desarme y el exilio de sus líderes. Además, el plan sugiere un gobierno de tecnócratas sin vínculo con Hamás, algo que Netanyahu y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, podrían obstaculizar. La reconstrucción se presenta incierta, dado que la garantía de que Israel no repetirá sus ataques aún pende de un acuerdo a largo plazo.
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