La administración del presidente Donald Trump ha intensificado su campaña contra las universidades de élite estadounidenses, congelando fondos federales que suman más de 3.300 millones de dólares a instituciones como Cornell, Northwestern y Columbia. Este movimiento forma parte de un esfuerzo por presionar a las universidades para que tomen medidas más estrictas contra el antisemitismo en sus campus, lo que, según algunos, busca controlar la expresión crítica hacia Israel. Las repercusiones han llevado a la dimisión de rectoras y al endurecimiento de políticas disciplinarias. Además, más de 300 estudiantes extranjeros han visto sus visados revocados por participar en protestas propalestinas, basándose en una legislación de 1952 que permite expulsar a quienes supongan un riesgo para la seguridad nacional. Las acciones del gobierno están siendo vistas como un intento de limitar la libertad de expresión y ejercer control sobre las voces disidentes en los campus.
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