En medio de una devastadora tragedia ocurrida en Valencia y otras regiones de España, la respuesta del Gobierno ha sido objeto de fuertes críticas debido a su lentitud e ineficiencia. A pesar de que el Ejército podría haber sido desplegado de inmediato para asistir en labores cruciales, su intervención se retrasó considerablemente, lo que ha generado indignación y acusaciones de negligencia hacia el presidente del Gobierno y varios ministros. La falta de aceptación de ayuda internacional ha exacerbado el escándalo, aumentando la percepción de una omisión deliberada de auxilio y el incumplimiento de leyes de emergencia. El episodio ha dejado a la población española sumida en el dolor y la frustración, clamando por responsabilidades políticas y una actuación más efectiva ante futuros desastres.
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