Las devastadoras consecuencias de la DANA en Valencia y otras comunidades han puesto de manifiesto la vulnerabilidad inherente de muchas personas, especialmente aquellas pertenecientes a grupos como personas con discapacidad, mayores y dependientes. La noción de vulnerabilidad se refiere a la fragilidad y la posibilidad de sufrir daño, lo que en este caso se evidenció trágicamente con la pérdida de vidas humanas y significativos daños materiales. La ineficacia administrativa, sumada a un fenómeno natural casi impredecible, ha creado una tormenta perfecta que ha afectado profundamente el bienestar social y económico de cientos de familias. Es crucial que como ciudadanos exijamos responsabilidad a nuestros gestores políticos, ya que en sus manos confiamos no solo nuestro presente, sino también el porvenir de las generaciones futuras.
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