Una tecnología avanzada ha demostrado la capacidad de adaptar su lenguaje y argumentos automáticamente según el interlocutor, lo que plantea inquietudes sobre su potencial para manipular, desinformar o causar polarización social. Este desarrollo, que podría revolucionar la interacción con sistemas de inteligencia artificial, también suscita preocupaciones éticas, ya que su uso indebido podría influir en la opinión pública y el debate político a gran escala.
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