La inflación subyacente, que excluye alimentos frescos y productos energéticos, ha registrado un aumento de una décima, situándose en el 2,5%. Este indicador es clave para evaluar las tendencias inflacionarias a largo plazo y refleja la presión subyacente en los precios, más allá de la volatilidad de componentes como el energético y los productos frescos.
Leer noticia completa en El Mundo.