El derecho a la alimentación, establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos desde 1948, sigue siendo un desafío persistente a nivel mundial. A pesar de los avances legislativos que lo consagran como un derecho básico, millones de personas aún sufren de inseguridad alimentaria. Durante la conmemoración del Día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha puesto en evidencia esta preocupante realidad. Actualmente, se estima que aproximadamente 733 millones de personas padecen hambre, una cifra alarmante considerando que la producción global de alimentos es suficiente para alimentar a toda la población.
Las causas de esta paradoja son múltiples, incluyendo conflictos armados, el impacto del cambio climático y la pobreza extendida. Resulta especialmente irónico que muchas de las personas afectadas trabajen en la agricultura, un sector que debería garantizar su acceso a los alimentos que producen. Para la FAO, el acceso a una alimentación adecuada no solo implica la disponibilidad de comida, sino también su accesibilidad y calidad nutricional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) respalda esta perspectiva, subrayando que los alimentos deben ser nutritivos y seguros para el consumo humano.
A la luz de estos desafíos, la FAO ha instado a los gobiernos del mundo a invertir en sistemas agroalimentarios más sostenibles y eficientes. La paz se destaca como un elemento vital para la seguridad alimentaria, según Qu Dongyu, director general de la FAO. Dongyu insiste en que la estabilidad socio-política es esencial para asegurar que las comunidades puedan acceder a los alimentos de manera constante y segura.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, reitera la gravedad de esta situación, calificando el hambre y la malnutrición como indicativos de fallas estructurales globales. Guterres sostiene que la meta de erradicar el hambre es alcanzable, pero requiere una transformación profunda de los sistemas alimentarios mundiales. Esto incluye una cooperación estrecha entre gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil para fomentar la producción de alimentos que sean tanto nutritivos como asequibles.
Frente a los desafíos actuales, Guterres enfatiza la necesidad de que la comunidad internacional no olvide las realidades de aquellos que sufren hambre, especialmente en zonas devastadas por la guerra, como Gaza y Sudán. La urgencia de la situación demanda acciones inmediatas para salvaguardar la dignidad humana y garantizar que el derecho a la alimentación sea una realidad tangible para todos.