En «El Quijote», Miguel de Cervantes no solo narra las aventuras de un caballero andante, sino que también ofrece una detallada mirada a la vida cotidiana de la Castilla del siglo XVII, destacando aspectos como la gastronomía y las costumbres rurales. Un plato emblemático mencionado en la obra es el salpicón manchego, derivado del aprovechamiento de la olla podrida, un guiso tradicional. Este plato, que consiste en restos de carne cocida desmenuzada y mezclada con cebolla, aceite y vinagre, representa la ingeniosa culinaria de la época. Aún presente en las cocinas de Castilla-La Mancha, sigue simbolizando una forma de vida que perdura más de 400 años después, reflejando la cultura y la adaptación culinaria de entonces.
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