Lydia Valentín, icono de la halterofilia y referente de los deportes minoritarios en España, ha dejado de lado la competición para embarcarse en una nueva etapa tras cerrar una carrera marcada por la excelencia y la integridad. Tras su retiro, Valentín ha vivido sus primeros Juegos Olímpicos como espectadora, apoyando el deporte español. Su trayectoria está indudablemente asociada a un deporte marcado por el dopaje, que le robó el reconocimiento merecido durante años hasta que pudo recibir sus medallas retroactivas de los Juegos de Pekín y Londres. Valentín también enfrentó los estereotipos de género en una disciplina tradicionalmente masculina, con un estilo propio que rompió moldes. Galardonada con el premio María de Villota, la berciana refleja sobre su legado con satisfacción, reafirmando su carácter indomable y el cariño sincero por un deporte al que ha dado tanto.
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