El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, visitó una comisaría en la región parisina en medio de una crisis política sin precedentes en Francia. Renombrado por el presidente Emmanuel Macron tras dimitir debido a la falta de candidatos ante el riesgo de vetos partidistas, Lecornu admitió no tener agenda clara. Su retorno ha dejado a la clase política perpleja, y enfrenta la posibilidad de una moción de censura impulsada por la oposición. La prioridad es nombrar un gobierno para aprobar el presupuesto antes de fin de año y evitar un bloqueo económico. La reforma de pensiones sigue siendo un punto de discordia. Macron, cada vez más aislado, busca estabilidad en un contexto de creciente fragmentación parlamentaria, mientras la presidenta de la Asamblea insta a avanzar rápidamente en cuestiones presupuestarias.
Leer noticia completa en El Pais.
