El secretario de Estado de EE. UU. ha intensificado sus esfuerzos para desestabilizar el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, con el objetivo estratégico de debilitar la influencia de La Habana en la región. Este movimiento se enmarca en una serie de acciones diplomáticas y económicas dirigidas a erosionar el poder del líder venezolano, a quien Washington considera un pilar clave para el apoyo cubano en América Latina. Analistas internacionales sugieren que esta estrategia busca también enviar un mensaje más amplio a gobiernos de tendencia similar en el continente.
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