En el debate sobre la infraestructura digital del presente y del futuro, surge una premisa crucial: la verdadera diferencia entre un simple edificio con servidores y un auténtico centro de datos radica en la conectividad que es capaz de ofrecer. Aaron Wendel, de NOCIX, LLC, subraya que el mérito de un centro de datos no se mide solo en su capacidad eléctrica, sino en el número de redes que lo consideran su hogar.
Esta perspectiva revaloriza el papel de la conectividad, haciendo de los centros de datos puntos neurálgicos para el intercambio de tráfico entre operadores y redes. La plataforma PeeringDB se erige como referencia clave en este ámbito, evaluando centros por su capacidad de interconexión y no solo por su tamaño o número de servidores.
Ejemplos emblemáticos incluyen a Equinix Ashburn en EE.UU., y hubs estratégicos en Frankfurt, Ámsterdam, Londres y Singapur. Estos lugares destacan no solo por su infraestructura, sino por la cantidad de operadores y proveedores de contenido que albergan, creando un efecto red que potencia su relevancia.
Históricamente, el enfoque estuvo centrado en la capacidad eléctrica y el número de servidores, pero la verdadera competitividad proviene de la interconexión. La diferencia fundamental radica en el número de carriers disponibles, los puntos neutros de Internet, peering privado, y acceso a cables submarinos o troncales nacionales.
En España, este enfoque cobra relevancia con Madrid emergiendo como un hub digital europeo. La ciudad atrae inversión en puntos de interconexión y despliegue de infraestructuras clave, posicionándola como un puente entre Europa, África y América Latina.
La reflexión final es clara: la potencia eléctrica y la refrigeración son condiciones necesarias, pero la interconexión es lo que realmente convierte a un centro de datos en un activo crítico para la economía digital. La cantidad de redes conectadas define la relevancia y competitividad de una infraestructura en el panorama global del siglo XXI.
