El proceso electoral en Moldavia ha reflejado una marcada polarización entre la inclinación hacia la Unión Europea y la influencia prorrusa. A pesar de las expectativas previas al referéndum sobre la reforma constitucional para facilitar la adhesión a la UE, la opción europeísta sufrió un revés, en un contexto donde la presidenta Maia Sandu denunció irregularidades y la compra de votos organizada por grupos criminales con apoyo extranjero. La participación electoral fue baja y los resultados preliminares indican una segunda vuelta presidencial entre Sandu y el exfiscal general Alexander Stoianoglo. La influencia de Rusia, manifestada a través de campañas de desinformación y presión política, sigue latente, afectando a varios sectores de la población, que desean un futuro más integrado con Europa. Con un acceso limitado al electorado joven y el reto de mantener el rumbo proeuropeo, Moldavia se enfrenta a desafíos internos significativos, especialmente con la presión geopolítica en aumento tras la invasión de Ucrania.
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