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Nutrición Antiinflamatoria: Clave para Combatir Enfermedades Crónicas

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Sergio Ramirez chef

La nutricionista del Hospital Quirónsalud Vitoria, Oihane Fuertes, ha resaltado la importancia de la alimentación como herramienta clave en la prevención y manejo de enfermedades crónicas. En los últimos años, la dieta antiinflamatoria ha cobrado relevancia, ya que la inflamación crónica de bajo grado se ha identificado como un factor de riesgo para enfermedades como la obesidad, diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares.

Fuertes explica que una respuesta inflamatoria es un mecanismo natural frente a infecciones y lesiones, pero cuando esta se mantiene a largo plazo puede ser dañina. Para combatir estos efectos adversos, se recomienda una dieta basada en alimentos frescos y naturales. Esto incluye un consumo diario de frutas –especialmente frutos rojos–, verduras de hoja verde, tubérculos como la patata y remolacha, junto con proteínas magras procedentes del pescado azul y aves.

Las grasas saludables también juegan un papel crucial en esta dieta. El aceite de oliva, el aguacate y los frutos secos son especialmente recomendados. A su vez, los cereales integrales y los alimentos fermentados, como el yogur natural y el kéfir, deben formar parte de la alimentación para aportar compuestos bioactivos. Es importante, además, incluir especias como la cúrcuma y el jengibre.

Sin embargo, Fuertes advierte sobre la necesidad de evitar aceites vegetales refinados ricos en omega 6, ciertos cereales con gluten, lácteos de vaca y productos ultraprocesados. Adoptar estos hábitos alimentarios no solo mejora la vitalidad y el descanso, sino que también aporta nutrientes esenciales que favorecen el buen funcionamiento del organismo.

La nutricionista recomienda que cada plan alimenticio sea personalizado, considerando las condiciones médicas individuales que puedan contraindicar ciertos alimentos. Para quienes se inicien en este enfoque, sugiere una incorporación progresiva, añadiendo dos o tres alimentos antiinflamatorios diariamente y llevando un registro de lo consumido. El propósito no es una prohibición estricta, sino promover un cambio gradual hacia una relación más saludable con la comida, lo que puede tener un impacto positivo a largo plazo en la salud.

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