Siria, tras el fin del régimen de Asad, se encuentra ante una encrucijada de desafíos políticos y sociales significativos. La transición hacia un nuevo gobierno representa un reto crucial, mientras se busca integrar a diversas facciones rivales en un proceso inclusivo que garantice estabilidad y representación. Además, la presencia de fuerzas extranjeras en el territorio añade una capa de complejidad a la situación, influyendo en el equilibrio de poder y en la configuración futura del país. Estas cuestiones son vitales para el futuro de una Siria que busca reconstruirse en medio de un panorama de incertidumbre y esperanza.
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