En una semana intensa, Donald Trump ha emitido ultimátums a Irán, elevando la tensión en un conflicto que involucra a Israel y amenaza con escalar en Medio Oriente. Mientras en la región las bombas israelíes atacan infraestructuras iraníes y misiles de Teherán eluden defensas, líderes del Golfo como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos intentan disuadir a Trump de una intervención directa, más preocupados por su supervivencia e intereses económicos que por simpatías hacia Irán. La situación refleja una paradoja: quienes antes abogaban por una postura dura contra Irán ahora temen las repercusiones de un conflicto más amplio. Con bases estadounidenses en su territorio, estos países sienten que podrían ser víctimas colaterales en una guerra que también amenaza con alterar el mercado energético global. La diplomacia de emergencia entre Riad, Doha y Washington intenta prevenir una catástrofe, mientras las tensiones internas entre las agendas de Netanyahu y Trump complican el panorama geopolítico.
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