En los inhóspitos campamentos de refugiados saharauis en Tinduf, Argelia, surge un esperanzador proyecto que rompe la monotonía del desierto. La obra social de Fluidra ha instalado piscinas portátiles, trayendo alivio y alegría a los niños que viven en condiciones extremas. La iniciativa, parte del programa «Put a Pool», busca ofrecer momentos de felicidad en un entorno donde el agua es un bien escaso. A pesar de los desafíos logísticos, como aduanas y transporte, el impacto ha sido inmediato, con la comunidad experimentando un renovado sentido de unión y bienestar. La historia representa un símbolo de esperanza y solidaridad en medio de un conflicto olvidado.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.