Jarek rememora su 18 cumpleaños cuando adquirió una cazadora vaquera en una tienda Pewex de Varsovia, antes de la caída del comunismo. Hoy, la capital polaca es un centro financiero de Europa Central, con tiendas de marcas internacionales y una economía transformada en una sola generación. Desde la caída del Muro de Berlín en 1989, Polonia ha pasado de ser el país más pobre de Europa, excluyendo Albania, a convertirse en la quinta economía europea por paridad de poder adquisitivo per cápita. Las reformas iniciadas en los 90, lideradas por Leszek Balcerowicz, y su ingreso en la Unión Europea en 2004, fueron claves para su éxito económico, superando el 82% del PIB per cápita en comparación con la media de la UE. Polonia ha mantenido un crecimiento sostenido del 4% anual, impulsado por un sector industrial sólido y exportaciones crecientes. A pesar de desafíos como el déficit público y una baja natalidad, se mantiene competitiva y evita adoptar el euro, prefiriendo estabilidad monetaria interna. La transformación se refleja en la mejora del sector laboral y la infraestructura, convirtiendo a Polonia en un referente económico admirado por sus vecinos.
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