El Mirandés comenzó con fuerza, presionando y aprovechando los espacios para el contragolpe tras el gol de Joaquín Panichelli. Sin embargo, con el paso del tiempo el equipo se replegó, adoptando una postura defensiva cerca de su portería, lo que debilitó su capacidad ofensiva. La presión aumentó cuando Alberto Reina cometió una mano en un córner, poniendo a prueba al equipo de Alessio Lisci, quien ahora enfrenta el desafío de mantener la ventaja en el global de la eliminatoria mientras gestiona las emociones de sus jugadores.
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