Mario Vargas Llosa ha dejado una profunda influencia en la vida cultural y política de Perú y América Latina, más allá de su candidatura presidencial en 1990. Su labor está marcada por la ética de la verdad y resistencia al poder, como lo evidenció al liderar la Comisión Investigadora sobre la masacre de Uchuraccay en 1983. Posteriormente, jugó un papel clave en la creación del Lugar de la Memoria del Perú, apostando por preservar la memoria histórica en un país marcado por la violencia política entre 1980 y 2000. Su obra literaria, caracterizada por su crítica al poder y a los totalitarismos, se traduce en producciones significativas como «La guerra del fin del mundo» y «El sueño del celta», que revelan una dedicación meticulosa a la investigación histórica y una narrativa intensa y comprometida. A través de su vida y obra, Vargas Llosa se ha erigido como una figura de insumisión y valentía frente a la opresión y el olvido.
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