La dirección regional ha calificado de «inadmisible» la decisión tomada por la dirección nacional de suspender el proceso de primarias, en el cual el dirigente de Castilla y León, considerado uno de los más cuestionados, buscaba ser reelegido. Este conflicto subraya las tensiones internas dentro del partido, donde las estrategias y la legitimidad de los liderazgos son puestas en duda. La reacción de la dirección regional refleja un descontento con las medidas centralizadas que afectan la dinámica política a nivel local, poniendo de manifiesto las fricciones entre diferentes niveles jerárquicos de la organización.
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