El festival Sónar de este año comenzó en un clima de incertidumbre debido a la polémica que lo rodeaba, sin embargo, una vez dentro del recinto de Montjuïc, el ambiente habitual retomó el protagonismo. Aunque se esperaba una respuesta visible en apoyo a la causa palestina, apenas se observaron símbolos relacionados. La atmósfera se llenó de tecnología y curiosidades, como un dispensador de cosmética coreana y un robot que invitaba a té, atracciones que normalizaron la experiencia del festival. Durante el concierto de Alizzz, se alzó una bandera palestina, y el artista expresó su apoyo a la libertad palestina, mientras proclamaba su amor por el Sónar y el Baix Llobregat. Los organizadores del festival, como Sergio Caballero y Enric Palau, reflejaron su preocupación por las controversias, sugiriendo interferencias externas en su contra. A pesar del trasfondo político, el espíritu festivo predominó entre los asistentes.
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