En un escenario de tensiones entre Irán e Israel tras el fin de la llamada «Guerra de los 12 días», ambos países proclaman haberse alzado con la victoria. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, celebra una «victoria histórica» que, según él, ha eliminado amenazas existenciales iraníes y asegura la seguridad de Israel. Por su parte, el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, declara una «victoria total», insistiendo en que Israel no logró sus objetivos. A pesar de los narrativos de victoria, los analistas sugieren que el resultado real es más complejo, con ambos lados demostrando fortalezas y vulnerabilidades. La contienda dejó un saldo considerable de víctimas en ambos países, con daños significativos aunque no definitivos al programa nuclear iraní. El conflicto, aunque congelado por ahora, sigue siendo una fuente de tensiones en la región.
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