El reciente encarcelamiento de Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, marca un cambio significativo en el socialismo español. Su estrecha relación con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha quedado al descubierto, generando un contexto político complejo para el Gobierno de Pedro Sánchez. Montero había elogiado su «complicidad y confianza», y ahora esa conexión se vuelve problemática tras la detención de Cerdán.
Este escándalo es el mayor revés judicial que ha enfrentado el PSOE desde el caso de los ERE en Andalucía. No se trata de un escándalo aislado, sino que afecta directamente a los entornos más cercanos a Sánchez, poniendo en entredicho la integridad del liderazgo socialista. La conexión de Cerdán con el Ejecutivo plantea preguntas sobre lo que sabían tanto Montero como Sánchez acerca de las actividades ilícitas que se investigan, y si esta «confianza» se tradujo en decisiones políticas cuestionables.
La situación se complica aún más al imponerse sobre Cerdán una prisión provisional, comunicada y sin fianza, por razones que incluyen riesgo de fuga y posible destrucción de pruebas. Este encarcelamiento está relacionado con el caso «Koldo», que investiga el presunto cobro de comisiones ilegales a cambio de contratos públicos amañados desde el Ministerio de Transportes. A pesar de las negaciones de Cerdán, la Fiscalía destaca la gravedad de las pruebas que lo vinculan a esta trama, lo que añade presión sobre otros miembros del PSOE, incluidos el exministro José Luis Ábalos y su asesor Koldo García, quienes aún se encuentran en libertad provisional.
María Jesús Montero enfrenta una situación complicada. Su silencio y su cercanía con Cerdán han hecho que su figura se convierta en un foco de atención dentro de este escándalo. La ministra ya no puede justificar su falta de conocimiento, y su papel en el Gobierno ahora está bajo un intenso escrutinio. La compuerta del «núcleo duro» de Sánchez se está fisurando, con Montero en el centro del huracán.
El sanchismo se encuentra en un momento crítico, con el rostro de la complicidad política en la figura de Montero, quien, lejos de ser solo observadora, se ha vuelto parte del problema. Este escándalo no solo amenaza con desestabilizar a su equipo, sino que también plantea interrogantes sobre la dirección futura del PSOE y la propia permanencia de Sánchez en el poder.
Fuente: Partido Popular Andalucía
