En 1937, William Faulkner había concluido una década prolífica en la que escribió obras maestras como «El ruido y la furia» y «Luz de agosto». Aunque continuó escribiendo, su capacidad visionaria parecía agotada. Faulkner exploró la historia del sur estadounidense tras su derrota en el conflicto abolicionista, centrándose en los sueños y las derrotas de sus personajes. Su obra «Los invictos», con estructura episódica, destaca por un enfoque reflexivo sobre la memoria, los sentimientos y la amargura de la derrota, cuestionando la libertad y el racismo persistente en la sociedad. A través de relatos secos y sobrios, Faulkner presenta la cruda realidad del post-abolicionismo, sin ofrecer alternativas claras al doloroso progreso.
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